En los últimos años, el término celibato involuntario ha dejado de ser una rareza sociológica para convertirse en un fenómeno central de la cultura digital contemporánea. Tanto hombres como mujeres pueden experimentar soledad no deseada, rechazo afectivo y la incapacidad de iniciar relaciones románticas o sexuales. Sin embargo, la conversación pública ha girado casi siempre en torno a los incels, los “célibes involuntarios” masculinos. Mucho menos se ha analizado a su contraparte femenina: las femcels.
Un estudio reciente publicado en Comunicación y Género, revista de la Universidad Complutense de Madrid, examina comparativamente ambas comunidades a través de una etnografía digital basada en plataformas clave ligadas a la escena incel, y espacios femcel. Su análisis permite comprender cómo se construyen estas identidades digitales, cuáles son sus puntos de encuentro y, sobre todo, qué profundas diferencias las separan.
Un punto de partida común: la soledad no deseada
El estudio parte de una constatación: tanto incels como femcels comparten la experiencia del celibato involuntario, es decir, el deseo de tener pareja y la incapacidad sostenida de lograrlo pese a intentarlo. Este estado puede generar frustración, sentimientos de inferioridad, aislamiento social y un fuerte impacto negativo en la autoestima.
Aunque la cultura popular sostiene que “las mujeres siempre pueden encontrar pareja si quieren”, la investigación demuestra que ellas también enfrentan barreras, condicionadas por normas estéticas, presiones culturales y expectativas rígidas sobre la feminidad. Esa invisibilización de la experiencia femenina hace aún más importante analizar a las femcels como un grupo diferenciado. Cierto es también, que muchas femcels deciden abrazar este celibato por voluntad propia, en forma de rechazo a las barreras comentadas anteriormente y al descontento con la actitud de muchos hombres con respecto a las relaciones afectivas.
Además, mientras la misoginia incel está vinculada a estructuras históricas de poder patriarcal, la misandria femcel no se sostiene sobre sistemas que dañen a los hombres de la misma manera.
La incelosfera: victimización masculina, misoginia y crisis de masculinidad
Dentro del universo incel, el estudio señala varios rasgos constantes:
- Autopercepción de “fracaso”: muchos hombres se describen como físicamente poco atractivos, pobres, “beta” o con baja valía social.
- Culpa dirigida hacia las mujeres: se considera que ellas ejercen un poder sexual desmedido y que son responsables del rechazo masculino.
- Nostalgia por un orden patriarcal: se culpa al feminismo de una supuesta “crisis de masculinidad”.
- Afinidad con subculturas misóginas: Red Pill, MGTOW, PUA y otros grupos de la manosfera.
El lenguaje de estos foros es profundamente violento. Según el análisis, abunda el insulto directo, la deshumanización, la cosificación sexual de las mujeres e incluso la apología explícita de agresiones físicas. En algunos casos, ciertos militantes incels han cometido actos violentos en el mundo real, lo que subraya la gravedad del fenómeno.
La femosfera: espacios femeninos, rechazo social y dolor invisibilizado
El estudio identifica una red de comunidades digitales femeninas que funcionan como el “espejo invertido” de la manosfera. Incluye femcels, Pinkpill, Women Going Their Own Way, y otros grupos centrados en experiencias de rechazo, autopercepción estética y crítica al comportamiento masculino.
Dentro del mundo femcel aparecen varias características:
- Foco en la apariencia física: muchas mujeres interpretan su exclusión como consecuencia de no cumplir con los estándares estéticos dominantes.
- Sensación de soledad: el aislamiento emocional es uno de los temas recurrentes.
- Críticas al comportamiento masculino: en lugar de sexualizar a los hombres, suelen destacar actitudes violentas o irresponsables que tienen estos.
- Presencia de discursos misándricos: aunque sin la violencia extrema ni la dimensión terrorista que sí se ha registrado en los incels. Más en un sentido satírico y con un tono irónico y crítico.
El lenguaje de los foros femcel también recurre a términos de deshumanización, como “scrote” o “XY”, que expresan desprecio hacia los hombres, pero desde un lugar más emocional que sexualizado.
Similitudes: odio recíproco, victimismo y cámaras de eco
Pese a sus diferencias, el análisis revela puntos comunes importantes:
• La contraposición como elemento identitario
Ambas comunidades construyen su identidad frente a un “otro”: los incels responsabilizan a las mujeres; las femcels, a los hombres.
• Uso de lenguaje despectivo
Aunque con estilos bastante distintos, ambos grupos recurren a insultos, estereotipos y deshumanización como forma de cohesión interna. Normalmente los incels de forma más violenta y las femcels con un tono más sarcástico, crítico y humorístico.
• Efecto de anonimato e impunidad
El formato de plataformas anónimas favorece la desinhibición, la radicalización y el auge de discursos extremos, especialmente estas dos últimas cosas en el caso de los incels.
• Argumentos que culpan a estructuras socioculturales
Tanto hombres como mujeres relatan su soledad como prueba de una injusticia estructural de la sociedad actual, lo que fortalece la cohesión del grupo, pero profundiza el resentimiento.
¿Qué revela esta comparación sobre nuestras relaciones actuales?
El estudio concluye que tanto incels como femcels son síntomas de un problema social más amplio: la erosión de los vínculos afectivos en una época marcada por desigualdades de género, soledad creciente y plataformas digitales que amplifican resentimientos.
Para la investigación, entender estos espacios es esencial para abordar la soledad, el aislamiento emocional y las dinámicas de violencia simbólica que atraviesan la vida digital.