La nueva adaptación de la obra de Mary Shelley coloca a la actriz Mia Goth como un símbolo femcel dentro del terror gótico contemporáneo
El pasado 7 de noviembre se estrenó en la plataforma Netflix la nueva adaptación de Frankenstein o El moderno prometeo de Mary Shelley, por parte de Guillermo del Toro, un director mexicano de renombre por otras piezas cinematográficas como El laberinto del fauno o Hellboy. La película ha estado en boca de todos gracias a su casting compuesto por Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth y Christoph Waltz, revolucionando el género del terror con una gran fidelidad al libro original.
Del Toro, conocido por sus obras oscuras y su amor por personas (o criaturas) incomprendidas, realiza por fin un proyecto que llevaba años persiguiendo. En este caso, su visión de la obra encaja perfectamente con la cultura femcel gracias al personaje de Elizabeth (Mia Goth).
Mia Goth, la musa del terror moderno
La actriz ya es considerada por muchos como el icono femenino del terror contemporáneo, gracias a los roles que ha llevado a cabo como protagonista en la trilogía de películas X (2022), Pearl (2022) y MaXXXine (2024). Con su estética misteriosa y una personalidad inocente y feroz a partes iguales, Goth no sólo interpreta un personaje, sino que encarna la energía femenina que había sido opacada por la figura del “genio masculino” en otras versiones del mito.
En esta versión, no sólo se revela contra la obsesiva y perversa mentalidad del personaje de Víctor Frankenstein (Oscar Isaac), cuestionando sus métodos y comportamientos. Elizabeth rechaza la vida que tiene, se siente incomprendida y sola. Podemos encontrar una clara similitud con el personaje de Elisa en la cinta del mismo director La forma del agua, recalcando más aún la figura de la mujer incomprendida en un mundo de dominancia masculina. Es la parte emocional de la película, gracias a su conexión humana y empatía con la criatura, siendo la única persona que lo trata como a un ser vivo ayudándole a despertar su propia humanidad mientras ella recupera la suya.
El monstruo es el propio creador
Uno de los temas que toca la película que invita a la reflexión es que el llamado “monstruo” es el único personaje en toda la película capaz de empatizar y comprender a Elizabeth, algo que ni su creador ni el resto de hombres, atrapados en sus propios intereses y emociones logran.
Frente a esta ceguera masculina, la criatura se esfuerza por entender al personaje de Mia Goth, respeta sus límites y sus deseos y actúa con sensibilidad en lugar de dominancia. Así, esta dinámica convierte a la película en una metáfora sobre cómo la masculinidad tóxica falla de forma sistemática, dejando explícito que la tragedia no surge de la propia creación, sino de quienes están muy ocupados con sus propios intereses como para mirar más allá.
El horror que revela la fragilidad masculina
El personaje de Oscar Isaac, la contraparte de Elizabeth en la película, no sólo encarna a un científico obsesionado con crear vida: representa la arrogancia y la masculinidad frustrada y cómo le pasa factura haber jugado a ser Dios. Un claro arquetipo del incel clásico que se aísla del mundo y su ego por el rechazo de Elizabeth lo lleva a la tragedia.
Su narcisismo y falta de responsabilidad con la criatura reproduce el patrón de responsabilidad tóxica y contrasta fuertemente con la figura femenina del personaje de Goth.
Desde un punto de vista femcel, Victor se convierte en un símbolo de fragilidad masculina, con ese intento de controlar todo y su incapacidad de asumir sus propios errores, ya que constantemente durante la cinta lo vemos culpando a la criatura en diferentes ámbitos sobre sucesos que él mismo ha provocado. llegando incluso a causar la muerte de su amada y de su propio hermano.
